Germán Pérez, gerente del club Clamores: “Quien ama el jazz, ama la vida”

27/01/2013 - Por Ana Blázquez y Carlos Monje
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La sala Clamores es uno de los más afamados clubes de música en directo de Madrid, un templo que todo buen aficionado conoce y por el que han pasado las principales figuras del jazz internacional y las de muchos otros estilos. Con motivo de su 30º aniversario, Clamores ha editado su tercer disco, un cuidadoso trabajo que hace las delicias de los amantes del jazz. Diariofolk tuvo la oportunidad de charlar con Germán Pérez, alma del club desde su fundación, en el que descubrimos a una persona entrañable con muchas historias que contar.
Germán Pérez

Pregunta: ¿Cuál fue el origen del club?
Respuesta: Fue una iniciativa mía y de mis socios en aquella época. En el año 81 éramos hosteleros en el barrio de Argüelles, que era una zona de ambiente universitario y ahora es una zona cercana a la universidad, pero sin universitarios. Como melómano y amante del jazz, hice la propuesta y a dos de ellos, también amantes del jazz, les pareció fenomenal. En Madrid la oferta de jazz se reducía al Whisky Jazz, donde actuaban durante todo el año no más de tres grupos diferentes: Jaime Marques ocho o nueve meses al año y el resto se lo repartían entre Vlady Bass y Pedro Iturralde. Eso era lo que había, con la excepción del San Juan Evangelista, que esporádicamente programaba conciertos de jazz y también de otras músicas. Pero pensamos que era poca oferta y, cuando abrimos Clamores y comenzamos con la actividad de jazz diariamente, vimos que teníamos razón. Casi desde el primer día el éxito nos sonrió.

P. Tras dos décadas programando sólo jazz, Clamores abrió el abanico a otras músicas.
R. Hubo solamente un escarceo con la clásica, con la actuación dos o tres grupos, y nos dimos cuenta de que por las características del local y el ambiente que teníamos, la clásica no era para nosotros y nos pasamos al jazz, que era lo que queríamos hacer y lo que hicimos durante dos décadas hasta el año 2000. A partir de entonces, el abanico musical es más amplio y llegamos al blues, al flamenco, al funk y prácticamente a todas las músicas, excepto el heavy metal. No sólo de jazz vive el hombre y aquellos fueron años duros, críticos, casi tan críticos como estos, y decidimos cambiar. Haciendo diferentes tipos de música tenemos más posibilidades de traer grupos punteros que sólo haciendo jazz, pero lo que más nos sigue gustando es el jazz y de hecho en nuestra programación el 60 por ciento es jazz.

P. En ese momento ya estaban los cimientos…
R. Ya estaban los cimientos, luego se fue edificando, se fue llevando a las alturas. Con el jazz, cuanto más escuchas más te gusta y lo malo del jazz es que cuando te gusta, el resto de la música no te disgusta, pero no te gusta ninguna tanto.

Cuanto más escuchas jazz, más te gusta y el resto de la música no te disgusta, pero ninguna te gusta tanto.

P. ¿Ha cambiado el ocio y la noche desde el año 1981 hasta ahora?
R. Desde luego, el público ha cambiado mucho desde entonces y los hábitos sociales han cambiado enormemente. Somos muy europeos y para desgracia de los cantineros ya no se práctica el hábito social de la copichuela al salir del trabajo, pero antes había grupos que todos los días pasaban consulta. En la jerga cantinera, son personas que van todos los días a tomar una copa, quizás no siete días a la semana, pero sí cinco. Eso no existe ya y lo achaco a que la oferta de ocio es mucho más diversa, ahora se viaja más y hay muchas más ofertas lúdicas en la ciudad.

P. Hay quien dice que Clamores es el Village Vanguard de Madrid.
R. ¡Qué honor! Tienen bastante en común, aunque Clamores es mayor y la entrada, aunque es angosta, es mejor que la del Village Vanguard, pero efectivamente este es el típico local de club de jazz. Como dicen los músicos americanos cuando vienen, es un “fuckin’ tunnel” en un sótano, parece medio clandestino con esas escaleras en la entrada, y así es Village Vanguard. Lo conozco muy bien, igual que el Blue Note, porque me aficioné al jazz en los años 70, cuando estaba trabajando en Nueva York y vivía en la calle 13, en el Village. Estaba a 200 metros del Village Vanguard y a 300 de Blue Note, y cada noche iba a uno, porque algunos camareros de esos clubes iban a cenar a nuestro restaurante y me iba con ellos. Siguen exactamente igual, sólo han cambiado la moqueta.

P. Gerente de Clamores, “cantinero mayor” desde el inicio. Estás todas las noches en el club, has faltado a pocas actuaciones.
R. Fui desde el inicio el cantinero mayor, porque soy el más viejo. Me he perdido pocas actuaciones porque vengo a trabajar seis días a la semana, incluso algún domingo también.
El elenco del jazz en España es largo y bueno

P. ¿Qué relación une a Clamores con la Sala Galileo?
R. Somos los dos mismos socios de ambos clubes. A veces me dicen que si yo soy el dueño, pero les digo que no, que se confunden. Yo soy medio dueño y lo mismo me ocurre en Galileo, que empezó cinco años después.

P. Hace 31 años, casi comenzaban las carreras de algunos de los mejores músicos de jazz españoles, como Jorge Pardo o Carles Benavent, que han tenido una trayectoria casi paralela al club.
R. De ellos sí, pero otros ya estaban en su madurez plena. Por ejemplo Tete Montoliu, que falleció hace 11 años, Pedro Iturralde, que sigue tocando con 84 años, y algunos otros que han fallecido, como Lou Bennett. Otros eran jovencitos cuando abrimos, como Jorge Pardo, que tendría 20 o 22 años y ya apuntaba. También es el caso de Chano Domínguez, Carles Benavent, Iñaki Salvador, Francis Roper y un largo etcétera. El elenco del jazz en España es largo y bueno.

P. También han pasado por el club artistas de otros estilos musicales.
R. Sí, de los cubanos, Omara Portuondo, Eliades Ochoa, la Vieja Trova Santiaguera, Compay Segundo, Manolito y su Trabuco, Carlos Portillo de la Luz… Y de los flamencos, Rancapino, Chocolate, Chano Lobato, Carmen Linares, José Menese, Miguel Poveda… Todos excepto Mayte Martín y Enrique Morente. Y los poperos Antonio Vega, Carlos Chaouen, Elliott Murphy… Y en el jazz, Lee Jordan, Joe Henderson, Roy Hines, Terence Blanchard, Nicholas Payton, Benny Golson…

P. ¿Hay algún artista que hayáis querido traer a Clamores y no haya podido ser?
R. Más de uno, pero principalmente Sonny Rollins, que es uno de los artistas que conforman la tríada de jovencitos octogenarios con Benny Golson y Pedrito Iturralde, unos con 83 y otros con 84. Si no costara 100.000 euros…
somos una fábrica de sonido en directo y lo más importante es que haya calidad artística

P. Para celebrar el trigésimo aniversario habéis presentado un libro disco, con los malos momentos que corren para la venta de discos. ¿Es otra aventura romántica de Clamores?
R. Sí, es una aventura para hacer un regalo a los clientes, porque poco vamos a vender. La verdad, no es porque lo editemos nosotros, pero vamos mejorando. Este es el tercer volumen y tiene 104 páginas, aparte de un CD que es una delicatessen para melómanos, porque recoge las primeras grabaciones de jazz en España desde 1926 a 1941. Mucha gente no sabía que existían esas grabaciones, las hemos recopilado deambulando en la fonoteca, con coleccionistas…. Y el DVD se grabó aquí en Clamores, con cuatro cámaras, a los artistas más relevantes de este país: Pedro Iturralde, Nacho Mastretta, Bob Sands, Chano Lobato, Jerry González, Red House…

P. El libro hace un repaso por la historia del jazz español.
R. Son unas pinceladas, la verdadera historia la hicimos en el primer disco y sobre todo en el segundo, cuando celebramos el 20º aniversario, que incluía una historia del jazz y músicas contemporáneas desde 1960 hasta 2005.

P. ¿Cómo funciona la contratación en el club? Si algún grupo joven quiere actuar aquí, ¿qué posibilidades tiene de hacerlo?
R. Fácilmente. Nosotros somos una fábrica de sonido en directo y lo más importante es que haya calidad artística en el grupo. Para grupos jóvenes, noveles o emergentes, tenemos las sesiones sabatinas vespertinas de las 19 horas y las dominicales de las 18 horas para pasar, si llega el caso, a la hora principal.

P. ¿Qué te gustaría añadir?
R. Añadiría que quien ama el jazz ama la vida, por emular a aquél que dijo “quien ama el cine, ama la vida”.

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