Sala Galileo Galilei, Madrid. Fotografías Enrique Cidoncha
Este hombre sencillo y cercano se presenta en el escenario nervioso, con gestos de niño emocionado, como si fuera la primera vez, tras una docena de discos en su haber e innumerables actuaciones a sus espaldas. Aunque el paso del tiempo ha hecho mella en su voz, Pablo Guerrero conserva intacta su capacidad para componer temas imperecederos y sobre todo para emocionar a manos llenas.
El poeta y cantautor hizo un recorrido, que siempre se nos antoja corto, por algunas de las piedras preciosas de su cancionero. Temas eternos como Agua de tus manos del disco Plata, Sueños del disco Sueños Sencillos, Sol de mediodía y Duerme Lisboa de Toda la vida es ahora sonaron en la noche madrileña junto a canciones nuevas, como la sobrecogedora Golpe de sombra, grabada exprofeso para este recopilatorio e interpretada con la sobriedad desnuda de la voz y la guitarra.
Hubo momentos de intensa belleza, como cuando Pablo recitó dos poemas de su último libro No son copos de nieve, el primero con la compañía de la trompeta de Santi Vallejo y el segundo con el contrabajo de Christian Pérez, o durante la interpretación de Dulce muchacha triste, uno de sus temas inmortales que ponen los pelos de punta. El punto culminante fue la llegada de A cántaros, que todos cantamos con emoción, mientras por nuestras mentes pasaban las imágenes de cuarenta años de nuestra vida y nos dábamos cuenta de las vueltas que hemos dado para volver casi al punto de partida.
Ha sabido el maestro rodearse de una banda que le viene como anillo al dedo, con Luis Mendo -casi una prolongación suya en el escenario-, que dota a su música del preciso punteo de su guitarra-; con Nacho Sáenz de Tejada, que aporta un poderoso sustento también con su guitarra; con Santi Vallejo, que pone los teclados y sobre todo el sereno vibrato de su trompeta y con Christian Pérez y su solvencia en el contrabajo. Todos al servicio de la sensibilidad de la poesía del cantautor. Javier Muguruza, invitado de lujo, quiso sumarse a la celebración y se subió al escenario para cantar junto a Pablo la canción Cansado, escrita por el propio Muguruza.
Aún quedarían momentos de emoción, como las interpretaciones de Lobos sin dueño, que da título a la recopilación de forma muy expresiva, y de Sal y yodo, una de las mejores de la noche, para despedirse con Sueños sencillos y Si el universo en tus manos, canciones eternas que forman ya parte imborrable de nuestra memoria musical y poética.
Una noche emotiva y una ocasión que le debíamos a Pablo Guerrero todos los que hemos vibrado con sus canciones y con su generosidad sin límites.
(Gracias a Enrique Cidoncha por sus fotografías)