Auditorio Parque Torres de Cartagena, Festival La Mar de Músicas de Cartagena
Fotos de María Ramos
Cinco fechas tenían anunciadas, las dos primeras ya fueron, el miércoles en el Teatre Grec de Barcelona y ayer en La Mar de Músicas en Cartagena. Aún quedan tres citas para acudir en peregrinación cual devotos, el 27 en Pirineos Sur, el 28 en Heineken Jazz al Día de Donostia y el 29 cierre en el Teatro Real. Después será recuerdo, sólo un maravilloso recuerdo.
Si hubo alguna vez que un lugar debiera haber tenido otro nombre, fue anoche. Ayer, más que nunca, el Auditorio del Parque Torres debió haberse llamado ya Auditorio Paco Martín. Sólo de esta manera hubiera tenido un nombre que hiciera justicia a lo que sucedió sobre el escenario.
Una propuesta minimalista, pequeña y sincera, con la verdad de esa música capaz de unir a las gentes, a los pueblos y a los idiomas. Tres músicos de tamaño colosal con sus instrumentos. Contrabajo, guitarra acústica y voz sin más artificios. Achicando el escenario para no perderse, para cantar juntos, para poderse encontrar y mirarse a los ojos.
Toquinho entra al escenario tocando en solitario. Se acabó cualquier tipo de dudas. “Hacer música y poesía es mi profesión”, se presentó con la naturalidad del genio cantando y contando la historia de la música. Por el escenario del Parque Torres desfilaron anécdotas y acordes de João Gilberto, Chico Buarque, Antonio Carlos Jobim y su idolatrado Vinícius de Moraes. Toquinho contaba pequeñas historias entre canción y canción, que el público escuchaba con devoción, siendo conscientes de que tras cada una de ellas se encontraba la raíz de una canción inmensa.
Después apareció ella. Cantó regalando su voz delicada, cariñosa y humilde como sólo puede hacerlo quien posee un don tan inmenso. Nos cantó “Ojos Verdes” y el mundo se quedó en suspenso. En algún momento debió salir del escenario Toquinho. Continuaron a dúo la voz de Silvia Pérez Cruz arropada únicamente por el contrabajo de Colina con una versión de ‘The Sound of Silence’ hecha realidad como nunca antes pues “la visión que se plantó en mi cerebro / todavía está,” (…) “y tocó el sonido del silencio / Y la luz desnuda vi”. No hay ninguna voz como la suya, ni ningún rincón que no transforme con su llegada.
Volvió Toquihno al escenario y Silvia Pérez Cruz se volvió tan tierna que meció la bossa con su voz, “haciendo pedacitos de mundo” y después volviéndolos a unir. Si al principio, parecía que ocupaban un espacio mínimo del escenario, ahora sentíamos la soledad que había fuera de su música cada vez que callaban. Entre sus brazos recorrimos la bossa nova desde la fundacional ‘Chega de saudade’ (1959) que escuchamos en la voz de João Gilberto, la música de Tom Jobim y las palabras de Vinicius de Moraes, “Basta de nostalgia. / La verdad es que sin ella no hay paz, / no hay belleza, / sólo tristeza y melancolía / que no me abandonarán”. Toquinho recordó al poeta, todos lo vimos cuando lo saludó entre el público y el maestro devolvió el saludo levantando el vaso de whisky con hielo.
Hay noches con magia. En el Parque Torres ayer volvimos a ver pasar a la chica de Ipanema y pareció que João Gilberto se sentaba al lado de Toquinho para decirle al oído por primera vez “Olha que coisa mais linda / Mais cheia de graça”. Entonces debió ser cuando perdimos el sentido del tiempo y de las canciones que pasaban.
Silvia Pérez Cruz, Toquinho y Javier Colina actuaron el 25 de julio de 2019 en el Auditorio Parque Torres de Cartagena dentro del festival La Mar de Músicas de Cartagena.