Sala Jamboree. Barcelona
El escenario era extrañamente adecuado a la música del grupo: la sala Jamboree, con sus bóvedas de ladrillo, sus arcadas centenarias, su acogedora calidez ambiental, se adecuaba perfectamente a la música terrosa, nada etérea, de Dolphy, Lake y Tarbaby. Es un privilegio poder disfrutar de programaciones tan poco acomodaticias como la de esta sala en cualquier lugar, pero hacerlo en un entorno tan potente y atractivo, tan evocador, tan cargado de buenas vibraciones jazzísticas es casi una entelequia.
Tarbaby es básicamente el trío integrado por el pianista Orrin Evans, el contrabajista Eric Revis y el baterista Nasheet Waits, aunque el saxofonista Oliver Lake se ha sumado a ellos con frecuencia y su influencia conceptual en la música del grupo le convierte en mucho más que un “cuarto Tarbaby”. Así pues, la formación que se presentaba en Jamboree junto a Lake no era la original: el contrabajista Luques Curtis sustituía a Eric Revis, el baterista John Betsch a Nasheet Waits… era previsible, por tanto, y fue obvio al presenciar la actuación, que serían Evans y Lake quienes comandarían la nave. Nuestros (comprensibles) temores en torno a si se echaría a faltar la presencia de Revis y Waits resultaron del todo infundados ya que Betsch y Curtis están perfectamente empastados en la música del grupo, le dan quizá un aire menos tormentoso a su música sin restarle ni un ápice de su fuerza y capacidad de diálogo conjunto.
El repertorio del primer pase se centró en composiciones del célebre Out to Luch de Dolphy: “Gazzeloni”, “Straight Up & Down” y “Out to Luch”. Lejos de diluir los temas originales en la sinergia del grupo, Evans y los suyos los presentaron con claridad, poniendo de manifiesto ese carácter terroso que antes comentaba, para proceder luego a dialogar entre sí en torno a ellos, estirándolos, descomponiéndolos, dejándose llevar encaramados en fascinadores carruseles creativos a donde la música les llevara… para terminar reencontrándose suavemente con las melodías de Dolphy. Los fieros y tormentosos ataques de Lake, dueño de un irrenunciable, poderoso, absorbente saxo alto, eran contestados por el piano rico, mesurado, lleno de silencios, tremendamente monkiano esa noche, de Evans; no es habitual, o no había reparado yo hasta ahora, en esa nítida y feliz influencia del pianista… muy bien traída por otro lado, ya que las composiciones de Dolphy tienen a veces –es el caso, por ejemplo, del Out to Luch que cerró el pase– una componente muy cercana a Monk. Curtis y Betsch supieron durante toda la noche echar unas veces el lazo a sus colegas para evitar vuelos imposibles, pincharles otras para provocar la tormenta creativa, sostener a veces ricos diálogos con ellos.
Oliver Lake & Tarbaby ofrecieron en su visita al Jamboree una actuación magnífica, repleta de música sin el menor rastro de afectación, potente, vibrante, inolvidable.
Foto: Oliver Lake por Sergio Zeni.