Diariofolk

Mario Parmisano es un pianista argentino que merecería mayor reconocimiento (y conocimiento) del que goza en su propio país. Si bien en la Argentina tocó junto a grandes artistas populares como Pedro Aznar, Silvina Garré y David Lebón, fue nominado a los Premios Gardel y subió al consagratorio escenario del Teatro Colón de Buenos Aires, su verdadero despegue se produjo a partir de su viaje a los Estados Unidos, en 1993, para sumarse al grupo del virtuoso guitarrista Al Di Meola en calidad de pianista, arreglador, compositor y productor asociado. Desde entonces, Parmisano ha realizado alrededor de dos mil conciertos en escenarios internacionales y colaborado con figuras del jazz de la talla de Chick Corea, John Patittucci, Peter Erskine y Steve Gadd, entre otras.
Con este bagaje a cuestas, Parmisano decidió anunciar su regreso definitivo a Buenos Aires en un concierto que ofreció con su trío en el Teatro Gran Rex de esta ciudad, dentro del ciclo Conciertos del Mediodía, que desde hace años lleva adelante el Mozarteum Argentino.
Lo inusual del horario no fue impedimento, sin embargo, para que las 3200 localidades del Gran Rex se vieran colmadas por un público que celebró entusiasta un concierto que merece calificarse como excelente, a despecho de una puesta de luces austera y una escenografía despojada.
El programa dio inicio con una composición del propio Parmisano, Antes de que te vayas, que sirvió tanto para anticipar su toque limpio y cristalino -pero no exento de carácter-, como para apreciar el perfecto ensamble con el resto de los integrantes del trío, dos músicos tan jóvenes como talentosos que merecen una mención aparte. Lucas Canel, a la batería, es compositor, arreglador e intérprete en proyectos propios y de otras agrupaciones y se desempeña además como acompañante y músico de sesiones, habiendo participado en el último disco de Parmisano, Forever Astor, un tributo a Piazzolla recientemente editado. Damián Vernis, al bajo, a pesar de su juventud, lleva 18 años de carrera. Es también compositor y docente, participó en más de quince producciones discográficas junto a músicos como Ricardo Nolé, Nora Sarmoria o Beto Satragni y fue bajista estable en la banda Memphis la blusera. Ambos aportan un acompañamiento preciso que va más allá de la simple base rítmica, pero con el grado justo de protagonismo.
A continuación, el trío interpretó una deliciosa versión de No mistery, el clásico de Chick Corea, donde hizo convivir armoniosamente la fuerte personalidad latina del tema con islas sonoras de sutil serenidad. Y cerrando el programa previsto, abordaron esa obra inefable de Astor Piazzolla que son Las cuatro estaciones porteñas. Parmisano aseguró no haber llegado a conocer al gran bandoneonista, pero a la luz de lo que se escuchó a partir de ese momento, bien podría haber sido su discípulo.
El Parmisano Tango Jazz Trío transitó el Verano porteño, el Otoño porteño y la Primavera porteña a fuerza de puro talento, por un camino más emparentado con el jazz, pero sin perder de vista el espíritu piazzolliano, su impronta tanguera, sus característicos ostinatos y esa riqueza de imágenes y climas que hacen de la música de Astor casi una banda de sonido cinematográfica. Finalmente, y con la misma solvencia, el grupo arribó al Verano porteño, quizás la página más conocida de las cuatro, alternando las repeticiones exultantes de un fraseo tan características de su creador con pasajes de honda emotividad y romanticismo
El público exigió un bis y Mario Parmisano no se hizo rogar. Puso la guinda  obsequiando una delicada versión de otra joyita de Piazzolla: el bellísimo Concierto para quinteto, como para ratificar que la música de este creador sigue sonando tan avanzada como cuando fue concebida. Sólo que ahora es aceptada en todo el mundo y en la Argentina, afortunadamente, ya no se discute si es o no es tango.