Sala Galileo Galilei, Madrid
Para este fin, como explica la cantante, escribe sus textos en inglés imaginando cómo cantaría el Pastor de Andorra -aquel ilustre jotero que recorrió con su música medio mundo- si se hubiera quedado en los Estados Unidos con la orquesta de Frank Sinatra. De sus experimentos con los estilos norteamericanos nacen canciones inigualables como las que se pudieron escuchar en Galileo: jotas blueseras, jazzísticas, jotas gospel (Hija de la Gran Madre), jotas protesta (Little Chain of Gold), todo un reflejo de las inquietudes ideológicas y artísticas de la compositora. El repertorio incluyó una canción dedicada a la causa palestina -un poema turco traducido por la cantante al inglés-, así como algunas piezas en español: Jotera lo serás tú o Mucho ringo-rango, una explosión de energía cubano-aragonesa que animó al público y hasta levantó a una pareja a bailar en el espacio reducido de la sala.
Esta maravillosa cantante deslumbraría interpretando en cualquier lengua del mundo. Sin embargo, el inglés no enriquece sus canciones de ningún modo especial y quizá no es necesario recurrir a las traducciones para que sus letras sean entendidas en los Estados Unidos. La base instrumental, en las manos excelentes de Pepe Rivero, José San Martín y Antonio Miguel, refleja perfectamente la tradición aragonesa, ayudándola llegar a los corazones de los oyentes de culturas más lejanas. Pepe Rivero, un maestro de las mezclas jazzístico-cubanas, se encargó de la dirección artística de este espectáculo y brilló junto a la cantante, complementando su preciosa voz con pasajes intensos en el piano.
Carmen París ha probado que, sin ayuda de nadie, es capaz de crear un sentimiento de intimidad y familiaridad inmejorable con su público entregado. Acompañada por excelentes músicos, ofreció un concierto de la mejor calidad, emocionante y divertido. Su talento y naturalidad a la hora de comunicarse con el público son inmejorables.