Festival Madrid Inquieta. Sala But, Madrid
La idea de crear su propia versión del flamenco a muchos les parecerá un antojo o insolencia viniendo de un músico no arraigado en la tradición española. Sin embargo, el talento de Richard Bona le permite moverse con fluidez dentro del estilo musical que le apetezca, aportando su fantasía rítmica y vocal hasta a un género tan completo como es el flamenco.
En el concierto, el bajista se rodeó de siete músicos del más alto nivel, entre ellos la extraordinaria cantante Sandra Carrasco, el guitarrista Antonio Rey -Premio Nacional de Guitarra- o el violinista francés Tomas Potirón. No faltó del proyecto el baile, a cargo de José Maldonado, quien dinamizó el espectáculo con su movimiento elegante y apasionado. Tomas Potirón en el violín logró subir la emoción al máximo, junto a las las voces intensas de Sandra Carrasco, Israel Fernández y, por supuesto, del mismo Richard Bona.
En su solo con el público, el camerunés llenó la sala con un canto sorprendente, apoyándose en su misteriosa “Gypsy Voodoo Black Machine”, o sea, una máquina de loops que utilizó para grabar varios ritmos y melodías intercaladas, producidas solamente por su voz. Fue un momento inolvidable, casi místico, en el silencio y la oscuridad de la sala. Aunque el flamenco estaba ausente, apreciamos estos minutos a solas con el timbre relajante de la voz de Richard Bona.
Por otro lado, el entendimiento entre el líder y su “beautiful sexy elegant band” fue total en algunas aproximaciones a los palos flamencos, en los que se juntaban con cantos africanos para mezclar sus respectivos ritmos, lenguas y belleza. La perfección de estas interpretaciones asombraba por su madurez, parecía la cosa más natural del mundo, pero en ningún caso una posible causa de controversias entre los defensores del flamenco puro.
Richard Bona, bajo y voz
Antonio Rey, guitarra
Melón Jiménez, guitarra
Yerai Cortés, guitarra
Sandra Carrasco, voz
Israel Fernández, voz
Tomas Potirón, violín
José Montaña, percusión
José Maldonado, baile