San Juan de los caballeros, Segovia. Folk Segovia 2021.
Fotografías: Carlos Monje
Arrancó la noche el prestigioso multinstrumentista gallego Xosé Lois Romero, un veterano músico que ha formado parte de infinidad de grupos, como Vaamonde, Lamas e Romero, aCadaCanto o Nova Galega de Danza, por citar algunos de ellos.
Desde hace más de tres años dirige el grupo Aliboria, con el que ya ha grabado dos discos, compuesto por seis mujeres (aunque esta noche faltó una de ellas) que cantan e interpretan diversas percusiones tradicionales, y por tres hombres, además del propio Romero, encargados también de las percusiones.
Todas las mujeres del grupo cantan al estilo tradicional gallego, sin pasar en ningún momento por armonías modernas, y prácticamente todos los temas están armonizados a tres voces. Junto al canto se hacen cargo de las percusiones, ya sean latas de pimentón, azadas golpeadas por piedras o, por supuesto, panderetas y panderos cuadrados. Tras ellas, bombos y tambores añaden una base grave, potente y atávica.
Romero, además de dirigir el grupo, tañe pandero, pandereta y en ocasiones el charrasco, ese entramado de palos, ferreñas y cuerdas tan espectacular como vibrante.
El conjunto de instrumentos y las voces agudas y excitantes nos envolvieron en sonidos telúricos y ancestrales que no dejaron indiferente al público.
El grueso de las interpretaciones de la noche pertenecían a su segundo disco, Latexo, publicado días antes de la pandemia, por lo que solo lleva unos meses presentándose en directo. Los temas no son solo tradicionales, muchos de ellos son composiciones de Xosé Lois Romero y también dos composiciones de Milton Nascimento: Ponte de Areia y María María, la canción que popularizó Mercedes Sosa.
Una actuación impecable y muy ovacionada por el público, que ponía las expectativas muy altas para lo que vendría después, y que el propio Romero se encargaría de elevar aún más con palabras muy elogiosas hacia Eliseo Parra.
No cabe duda de el vallisoletano es uno de los grandes artistas de nuestra música, pero es que su carisma, su naturalidad, su complicidad con el público y su cariño por lo que hace y por la gente que le rodea hacen que transmita una alegría y unas buenas vibraciones que van mucho más allá de la música y le hacen merecedor de la admiración y el respeto de todas las personas que le conocen y trabajan con él.
Eliseo Parra venía con novedades. Por un lado presentaba en concierto su último disco, Cantar y batir, grabado enteramente por él en la soledad del confinamiento, mezclando varias capas de percusiones y voces. Por otro lado, los músicos que le acompañaban en esta ocasión habían tocado ya con el maestro formando parte de Las Piojas, su grupo de alumnas y alumnos, pero nunca le habían acompañado como banda y asumían la responsabilidad de sustituir a los excepcionales músicos que suelen rodear a Parra.
Podemos decir desde este momento que David Torrico (coros, percusiones y guitarras), Alba Chacón (percusiones y coros), Pedro Bartolomé (percusiones, flautas, guitarras y coros) y Esther Sánchez (Percusiones, violín y coros), cumplieron su cometido de manera sobresaliente y solventaron de manera inmejorable la gran responsabilidad a la que se enfrentaban.
El concierto de Parra arrancó a capella, con un Canto de Enramada de Cuéllar, una preciosa canción recogida por el segoviano Agapito Marazuela (que presidía el escenario con un enorme retrato obra del pintor Fernández Hurtado) y posteriormente se dividió en dos partes. La primera dedicada a los temas del nuevo disco, cien por cien percusión y voz, para pasar a una segunda parte con temas muy conocidos de su larga carrera, como El Pino o La llave de la alegría.
El fin de fiesta quedó reservado para juntar en el mismo escenario a los dos grupos, a Eliseo Parra y sus músicos y a Xosé Lois Romero y Aliboria, en un bis que llenó San Juan de los Caballeros de la mejor música tradicional del momento.