Café Central, Madrid
Como si se tratara de una concentración de un equipo de fútbol, Parra se encierra con todos los titulares de su excepcional banda durante siete noches seguidas en el minúsculo escenario del mítico club de jazz madrileño. A la convocatoria nunca faltan los amigos y los alumnos, que hacen difícil encontrar sitio en la abarrotada sala.
Hace un par de años, el propio Eliseo nos confesaba que para ellos “la semana del Central” era como un ensayo general donde rodar temas nuevos y consolidar el amplio repertorio que manejan. En esta ocasión tocaba la presentación de tres temas de su último disco, Canciones tradicionales riojanas, entre los que sorprenden nuevos giros, como un romance en el que cambia de registro y acaba a ritmo de rap y samba, todo ello con una facilidad pasmosa.
Con su naturalidad habitual, el vallisoletano declaraba antes de empezar que su garganta estaba dañada y que llegaría hasta donde pudiera. Pero Parra mantuvo el tipo mucho más allá de lo esperado y quien no esté muy acostumbrado a escucharle no habrá notado la diferencia. Un repertorio de canciones en un tono más grave y alguna manita de sus alumnas en los coros (sus Piojas, como él las llama) fue suficiente para atajar el problema.
Así y todo, no faltó su habitual comienzo a capela seguido del torrente de temas atemporales, como La Maragata o La Cigüeña, su maremágnum de percusiones y sus temas más recientes, como esa Juliana que termina en intenso sonido de blues y rock.
Entre rumbas y jotas que empujaron a parte del público a bailar (pocas veces debe suceder esto en este templo del jazz) y ese Brillante de sonidos ancestrales con el que terminó el concierto, nos quedamos todos más contentos que unas castañuelas. Y es que Eliseo Parra es lo mejor que le ha ocurrido a la música popular en muchos años. Damos nuestra palabra.
Fotografías: Ramón Moratalla.