Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, Madrid
Hacía tres años que Bridgewater no pasaba por Madrid y todo estaba preparado en el escenario para recibirla como a una diva: un ramo de flores, una jarra de agua, un termo misterioso -que quizá contenía algún elixir mágico, a juzgar por la energía que desarrolla la cantante- y, en sus puestos, los seis miembros de la Memphis Soulphony. Para colofón, una presentación ampulosa a cargo del teclista Dell Smith, seguida de potentes sonidos de soul y rithm and blues para calentar los corazones del público madrileño. Y Dee Dee hizo su aparición con sombrero y gafas, como una estrella.
La voz dotada y llena de oficio de la cantante dio vida a Born Burnt Biscuits, Going Down Slow, Giving Up o Can’t Get Next To You, entre largas parrafadas en las que explicaba con entusiasmo y teatralidad cómo transcurría la vida en su ciudad natal, bajo la omnipresencia de la radio y la música negra. No faltaron en sus relatos reivindicaciones de los derechos civiles, feministas y sociales, en las que la alegría anterior se transformó en gravedad y rabia, mientras de su atuendo desaparecieron sombrero y gafas para mostrar su cabeza afeitada.
A estas alturas ya se habían incorporado Monet Owens y Shontelle Norman, las dos coristas que completaron la banda durante el resto del concierto. Y con ellas sonaron los grandes temas de Al Green, Ann Peebles, Bobby Blue Bland, Otis Redding, Big Mama Thornton, Tina Turner o Elvis Presley -a quien imitó con mucha gracia-, con memorables momentos, como la emocionante interpretación a tres voces de Why? (Am I treated so bad), que popularizaron The Staple Singers, y sobre todo B.A.B.Y., de la estrella del soul Carla Thomas.
Bridgewater escenifica las canciones, les da vida y las llena de sensualidad, reivindicación o emoción, según conviene. El escenario es suyo y en él demuestra su dominio del espectáculo, como en el momento en el que puso al público en pie para bailar y cantar con B.B. King y su You Know I’m Free, Baby. Queda claro que no es una mujer común y que posee muchas pieles, todas curtidas y emocionantes.