Teatros del Canal, Madrid
Este año, aparte del dúo de los grandísimos Chano Domínguez y Javier Colina, cuyo concierto cerró el festival, el programa incluyó el cuarteto de Antonio Serrano, el maestro de armónica, con el homenaje a Toots Thielemans y a Claudio Constantini, homenajeando a Astor Piazzola con su quinteto TangoJazz.
Antonio Serrano nos llevó a través de varias etapas en la carrera de Toots Thielemans, interpretando sus temas con originalidad y demostrando ser no menos dotado que su maestro al tocar este instrumento aparentemente insignificante, sorprendiendo a muchos, no acostumbrados a escuchar la armónica en el jazz, con su gran potencia y riqueza. Esta propuesta de jazz clásico fue un deleite para el público, que despreocupado por las definiciones estrictas de los géneros musicales brindó un aplauso cerrado y merecido a la Tootsology de Serrano, un homenaje a la altura del excelente músico belga.
Otra gran sorpresa del Clazz fue el espectáculo de Claudio Constantini, el talentoso bandoneonista peruano, que presentó una mezcla de temas propios, así como interpretaciones de piezas de Piazzola, entre ellos los famosos Oblivion, Adiós Nonino o Libertango. Claudio Constantini, con su formación clásica y el amor por el bandoneón, incitado al escuchar el maestro argentino, con facilidad siguió el estilo tan característico de Piazzola, uniendo la tradición clásica con el tango, haciendo una música que, como nos explicó, puede ser entendida por todos los espectadores en cualquier parte del mundo.
Claudio Constantini. Foto de Tommi Taipale
Poco usual para un concierto de jazz, cada músico seguía las partituras, lo cual sin duda ayudaba a mantener la armonización perfecta entre los cinco músicos, que no falló ni en un instante. Destacaban los solos de Hernán Hock en la guitarra eléctrica y de Federico Lechner en el piano, dos músicos excelentes que se mueven con facilidad entre el tango y el jazz en sus numerosos proyectos musicales. Los diálogos entre la guitarra y el bandoneón no dejaban nada más que desear, sonando varias veces durante la noche, el dúo de guitarra y piano brilló al final de El paso del tiempo de Constantini, mientras un bello solo en el contrabajo enriqueció la Romanza tanguera, otra pieza del talentoso compositor peruano.
Los dos primeros días del festival proporcionaron todo lo necesario para que pudiéramos apreciar distintas caras del jazz, con su plasticidad para adaptar varios estilos e instrumentos, afirmando su diversidad intrínseca, que hace de él un género siempre vivo y novedoso. Además, el cartel del Clazz de este año demostró que el latín jazz en España tiene mucho por vivir y muchos más festivales que llenar con la música del más alto nivel.