Ciudad Cultural Konex, Buenos Aires
Si el tango es el género musical que mejor retrató en su época de oro la idiosincrasia del habitante de Buenos Aires, la música de Astor Piazzolla, tomada en su conjunto y vastedad, es seguramente la que con mayor precisión describe el carácter, la identidad, no sólo del porteño, sino del argentino en general. En ella aparecen, sin solución de continuidad, todos sus estados de ánimo: pasión, nostalgia, furia, sentimentalismo, angustia, ansiedad y un largo etcétera. La gala inaugural de la segunda edición del festival Experiencia Pianola no hizo más que confirmarlo.
Luego de unas breves palabras introductorias del nieto del bandoneonista, Daniel “Pipi” Piazzolla (curador artístico del evento y líder del colectivo Escalandrum) y de la última esposa de Piazzolla, Laura Escalada, en su carácter de presidente de la Fundación Astor Piazzolla, abrió el fuego el Quinteto de esa institución.
Este colectivo, que se formó hace más de veinte años con el objetivo de difundir la obra de Astor con la impronta de la nueva generación tanguera, recrea el formato que –alternando distintos integrantes a partir de la década del sesenta– mejor expresó las ideas del maestro y lo acompañó en los momentos más destacados de su carrera internacional.
Con Sebastián Prusak al violín, Cristian Zárate al piano, Germán Martínez a la guitarra, el siempre solvente Sergio Rivas al contrabajo y un Lautaro Greco al bandoneón cuyo fraseo y digitación hacen pensar, si se cierran los ojos, que es el mismísimo autor de Libertando el que está sobre el escenario, el quinteto abordó en la primera parte del concierto las composiciones menos transitadas de Piazzolla (como Chin chin, Romance del diablo o Milonga loca, por citar sólo algunas) dejando en claro, a puro talento, que más que un quinteto se trata de la reunión de cinco solistas virtuosos.
El primer invitado de la noche fue el notable vocalista Juan Carlos Baglietto, que volvió a mostrar sobre un escenario sus conocidas cualidades interpretativas. Baglietto, que se inició en el rock de la mano de la legendaria Trova Rosarina (pero que nunca ocultó su ADN tanguero, expresado plenamente en sus célebres dúos con el teclista Lito Vitale) se entregó en cuerpo y alma con sus interpretaciones de Chiquilín de Bachín y Preludio para el año 3001, ambas con letras de Horacio Ferrer.
En la segunda parte, el Quinteto abordó con la misma solvencia las obras más difundidas de Piazzolla, como Lo que vendrá, Verano porteño, La muerte del ángel y Oblivion, tal vez una de las cumbres de la intensidad emotiva del compositor, junto con Años de soledad y Adiós Nonino, tema este que por supuesto interpretaría más adelante, con una soberbia introducción al piano de Cristian Zárate y, en varias de esas piezas, con el aporte de Julián Vat a la flauta.
El segundo invitado especial de la noche fue Hugo Fattoruso, recién llegado de una gira por Japón y que este año ya anduvo por Buenos Aires para la presentación del imperdible documental sobre su vida y obra y su concierto de piano solo en el Centro Cultural Kirchner. Diestro en abordar diversos géneros musicales, el uruguayo (a esta altura podríamos decir “rioplatense”) demostró que es un profundo admirador y conocedor de la obra de Astor, al igual que Fernando Cabrera y muchos de sus compatriotas. De manera que se integró naturalmente al grupo, pero sin dejar de aportar, lógicamente, su toque personal, primero al piano y luego al acordeón, instrumento que ejecutó para una impecable versión de Libertango.
Al cierre de esta crónica, la segunda edición de Experiencia Piazzolla continuaba con nombres tan importantes como las cantantes Hilda Lizarazu, Ligia Piro, Julia Zenko, Fabiana Cantilo y la mexicana Julieta Venegas, Elena Roger y Escalandrum, la Camerata Argentina dirigida por el maestro Pablo Agri, Diego Schissi Quinteto, Juan Cruz de Urquiza Septeto, Lito Vitale trío, Franco Luciani trío y el destacado músico de la escena neoyorquina del jazz Miguel Xenón, como así también con una serie de clínicas y hasta un espectáculo infantil. Seguramente, el duende travieso y transgresor de Astor Piazzolla volvería a pasearse por los escenarios de la Ciudad Cultural Konex haciendo de las suyas. Como siempre.
Fotos: Fernando Marinelli