Arsèguel
Naturalmente el paisaje grandiosamente pirenaico y el patrimonio monumental colaboran en el éxito de público “de afuera”, pero también, en buena medida, el desarrollo ejemplar como escuela de folklore y de acordeón en todos estos años. Y naturalmente la importante relevancia, conseguida paso a paso, por su impulsor “más” principal, el acordeonista Artur Blasco, punto clave en la recuperación fulgurante del acordeón diatónico en Cataluña, tiene mucho que ver en todo ello.
Muchas ganas tenía, desde hace mucho tiempo, de asistir por fin a alguna edición del festival, aunque conocí el lugar hace años, casi de paso, en primavera.
El elenco de artistas este año: acordeonistas de primer nivel de Siberia, Italia central, Colombia, Moldavia, Quebec, Suecia, Irlanda, Portugal, Finlandia, Sicilia, Perú (bandoneón tango), Aragón, País Vasco… además de las aportaciones locales y catalanas, numerosas, y brillantes… se completaba con dos notas “exóticas”, un pletórico Quico Pi de la Serra , uno de los escasos supervivientes de la “Nova Cançó” (acompañado, eso sí, de un impresionante armonicista)… y un servidor, José Ignacio Hernández Toquero, un cantante y guitarrista que trajo canciones tradicionales de Castilla y León (y Cantabria).
Mis impresiones como participante tan peculiar son absolutamente entusiastas: el público (y el artista) entregados y encantados. Nunca tuve mejor coro cantando de forma espontánea cada repetición de los versos del Romance del Conde Olinos, algunos me confesaban tras la segunda actuación que no habían dejado en todo el día de cantar algunas de las melodías… había ganas, parece, y todo el mundo se deshacía en elogios y piropos… eso, francamente, no me resulta ya nada familiar… Como siempre me gusta afirmar, estas cosas funcionan cuando: (lo primero, por supuesto) cantas y tocas bien; que además sea buena música la que ofreces, y que sea en las condiciones apropiadas (algo menos frecuente de lo que se pueda pensar). Pues bien, en este caso, las condiciones fueron inmejorables, el público en su punto, el trabajo técnico, impecable, y la noche fantástica tras la salida de la luna casi llena. Hasta los astros. Gracias Arsèguel / Seu d’Urgell. Espero que volvamos a encontrarnos.
Hay que añadir, además, claro, un comentario sobre los artistas: el nivel era impresionante, a Pietro Adragna, siciliano, Artur lo presentó como casi el “malabarista” de su instrumento, los hermanos portugueses López, nos robaron el corazón rítmico desde el primer acorde, los dos de Quebec desbordaron notas rápidas y entusiasmo, y nuestros pies lo notaron, la presencia escénica y la seriedad musical más de vanguardia, de la finlandesa Viivi cautivaron al público, la serena y sentida expresión musical de los irlandeses, el atractivo testimonio musical del italiano Roberto, Mats Edén el sueco que nos trajo otras estructuras más complejas, Roman, el calor de los colombianos… todos ellos nos trajeron, sí, largos conciertos con un programa dilatado y rico… pero también nos devolvieron las viejas imágenes ya medio olvidadas de las sesiones combinadas e interminables de los músicos compartiendo músicas diversas en combinaciones nada frecuentes. Una enorme gozada para los músicos participantes, y para el numeroso público, con aforo completo cada sesión.