Jamboree Jazz. Barcelona.

“Mi esposa siempre dice que yo hablo demasiado –confesó Benny Golson con una sonrisa cómplice-. Pero esta noche ella no está aquí”. Con estas palabras comenzó el gran jazzman de Filadelfia el segundo de los cuatro conciertos que ofreció en su regreso al Jamboree. Relajado. Simpático. Coloquial. Sentado, con su saxofón sobre las piernas, Golson fue narrando sin prisas, con gracia y lujo de detalles, las circunstancias que le llevaron a componer “Killer Joe”, el primer tema que interpretaría en una contagiosa versión en compañía de un más que competente trío local formado por Joan Monné (piano), Ignasi González (contrabajo) y Jo Krause (batería).
Así fue transcurriendo la noche, en una divertida alternancia de deliciosos monólogos (como ese en el que nos recordó cuando a su amigo John Coltrane y a él, siendo dos jovencitos, les expulsaron de un grupo por no tocar lo suficientemente bien) y grandes standards que animaron la conversación entre los músicos: “Mr. P.C.”, “Confirmation”, “Now’s The Time”… Alguien podrá pensar: “Ya, otra vez las viejas batallitas del veterano y sus socorridos caballitos de batalla…”. Pero la verdad es que en manos de Golson todo cobra una dimensión diferente. Sus anécdotas son deliciosas y cuando se escucha su saxofón ocurre algo mágico, de pronto uno se da cuenta de que cada fraseo encaja como un guante con esas vivencias de las que nos estuvo hablando cinco minutos antes. Ahí tienes a un pedazo vivo de la historia del jazz abriéndote la puerta de su mundo con la cordialidad de un viejo amigo, compartiendo contigo sus historias, haciéndote palpar una música que supo brillar en los años más creativos de este género. Todo eso mientras tú, a un par de metros, saboreas una copa, sonríes ante sus ocurrencias y te quedas impresionado al verlo tocar con esa vitalidad a sus 85 años. ¿Qué más se puede pedir?
Foto: Benny Golson por S.Z.