Diariofolk

Segundo disco de la brasileña radicada en Italia Nilza Costa, en el que continúa explorando las huellas culturales que sus ancestros africanos dejaron en el gran gigante sudamericano. Su voz oscura se pasea por los cantos tradicionales Atotó (uno de los mejores cortes de esta entrega), Onissaure y Triade y por siete composiciones propias, entre las que podríamos citar Lembranças («Ai, ai, ai, que dor é essa…»), Que será de eu («no meio da paz a terra tremeu / que será de nós / que será de eu»), Viagem («Vou sempre na contramão / O meu canto não tem rima  / A sua força é a paixão») –interpretado con su compatriota, Silvania Santos en un interesante contraste de timbres vocales– y Alafia («Aqui não é lugar de banzo / Fazemos o Ijexá / Somos de Ifé / Filhos de Olodumaré).

El canto de Nilza se mueve con soltura sobre la correcta formación de músicos italianos que la acompaña. Los arreglos de Roberto Rossi, baterista de la formación, le imprimen al conjunto un ligero toque jazzy que sostiene adecuadamente todo el repertorio del álbum. Solo cierta irregularidad en las composiciones empaña por momentos el resultado general del la grabación. Quizás hubiese sido interesante recurrir a un par de páginas del riquísimo repertorio brasileño para escuchar cómo la cantante es capaz de llevarlas a ese estilo tan personal que posee. De todas maneras, el balance de Roots es más que satisfactorio y confirma las buenas sensaciones que Nilza Costa nos había dejado en su anterior Revolución, Revoluzione, Revolução.