Diariofolk

Isaac Ulam es un personaje al que hay que seguir los pasos muy de cerca. Tras publicar un interesantísimo tercer disco en 2013 formando dúo con José Domingo, Temple d’aigua i llum (Templo de agua y luz), muy escorado hacia el terreno del folk, ahora nos sorprende, de nuevo en solitario, con un trabajo que viene a ser como una ópera de rock sinfónico, según sus propias palabras. Y la verdad es que algo eso hay en Ratpenat (Murciélago); algo de eso y mucho más.

Este músico de Blanes se ha sometido a un proceso de desintoxicación que le ha llevado a mantener un silencio discográfico de tres años, del que finalmente ha salido con este flamante doble álbum de dieciocho canciones en el que puede pasar del lirismo al desenfreno como si tal cosa, alternando la canción de autor con el rock duro de Tempesta (Tempestad) y la crítica social con el amor -y el desamor-, versionando al Bob Dylan  de Mestres de la guerra o incorporando un coro infantil, como hace en Invencible amor, y cantando con la única compañía de una guitarra de palo o de un piano, como en la bellísima balada El pou dels mil petons (El pozo de los mil besos), o rodeándose de un grupo de heavy crispado. Y para rematar la jugada, por regla general, su voz suele sonar como un lamento, pero en ocasiones, no sé por qué, me recuerda la de Jesús de la Rosa, de Triana, con sus característicos melismas.

Como el murciélago, Isaac Ulam ha salido volando de la cueva, y lo ha hecho con una enorme creatividad renovada, renovadísima. Que le aproveche. Que nos aproveche a todos.