No hay dos sin tres
Discmedi 2019
El nuevo trabajo de Marco Mezquida y Chicuelo llega dos años después de su primera incursión conjunta en los vericuetos del jazz-flamenco, tan inequívocamente nuestro. Su primer disco Conexión fue aclamado por la crítica y refutado por el público, con notable éxito de ventas y lleno en los más de 70 conciertos que ofrecieron.
Hace tiempo que los dos músicos, por separado, abandonaron los límites de los géneros que los vieron nacer y, sobre todo en el caso del pianista menorquín, son dueños de una singular capacidad para hacer suyas todas las músicas a las que se aproximan.
No hay dos sin tres nos ofrece ocho composiciones donde el dúo protagonista no se limita a exponer los aromas característicos de ambos géneros, sino que vuelve a descubrirnos nuevos horizontes a través de un viaje sonoro muy personal y fecundo. Un trabajo muy intenso, de un virtuosismo arrebatador y vibrante, donde cada una de las composiciones tiene una personalidad propia y una historia detrás.
Un tanguillo, un zapateado -dedicado a Pablo Berger, director de la película Blancanieves-, una samba y una poderosa bulería se intercalan con momentos líricos y emocionantes, como esa “barbaridad” que cierra el disco, la balada dedicada a una recién nacida, de título Canción de Tina.
Entre tanto, Chicuelo y Mezquida, con la insustituible presencia del percusionista Paco de Mode -la tercera pieza de este No hay dos sin tres- nos demuestran que, al menos musicalmente, no es difícil entenderse seas de donde seas y vengas de donde vengas. Lo hacen en Sin espinas, un guiño a la música tradicional catalana donde se cuela la melodía de la conocida sardana La santa espina.
Como se intuye por el título del trabajo, llegarán más entregas de este encuentro fascinante y afortunado, pero ahora lo que toca es disfrutar de este No hay dos sin tres.
Fotografía de Carlos Pericás
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