Diariofolk

Si aceptamos la premisa de que el jazz no tiene fronteras, éste es, sin lugar a dudas, un disco de jazz. Por más que su alma mater, el violinista argentino Sergio Poli, se haya criado en el seno de una familia de músicos clásicos; que haya tenido una formación académica; que durante casi tres décadas haya integrado la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata y participado paralelamente en diversas formaciones de música de cámara. Por más que haya recibido influencias del jazz y del folklore, respectivamente, de sus maestros Héctor López Fürst y Manolo Juárez; de que haya tocado junto a muchas de las grandes figuras del tango, el jazz y el folklore argentinos y de que incluso haya incursionado brevemente en la banda más convocante del rock argentino, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, de donde proviene su vínculo con el artista Rocambole, diseñador de la mayoría de las portadas de los discos de este colectivo, quien creó también la de este álbum, aunque tal vez no sea una de sus intervenciones más felices.

En Luna de hielo, su segundo trabajo con el ensamble eléctrico que formó para su CD Canícula Metrópolis, Poli justamente saca partido de esa nutrida variedad de influencias y experiencias en la música popular y académica para dar vida a un álbum sumamente original, variado y por momentos exuberante.

Luna de hielo fue grabado en vivo en su ciudad natal, La Plata, con diez temas de su autoría, que abarcan un abanico de géneros que van del candombe y la murga uruguaya a la zamba argentina y el flamenco, pero todo con una fuerte impronta de jazz-rock, ese género que algunos creían ya definitivamente agotado, al que Poli revitaliza evitando inteligentemente aquellas largas divagaciones de los años 70, acotando las improvisaciones y dejando espacio para el lucimiento de sus compañeros: Pablo Murgier (teclados), Maxi Abal (guitarras), Jonatan Schenone (bajos), Daniel Viera (batería) y Potolo Abrego (percusión).

Por supuesto que en toda la placa vuelve a despuntar la pasión del violinista por el jazz manouche que cultivara durante tanto tiempo, por lo que resulta ineludible la referencia a los dos grandes mentores de su sonido: Stephane Grappelli y Jean Luc Ponty, sin que por ello deje de prevalecer el espíritu jazzístico de la interpretación, ni tampoco la personalidad inquieta e investigadora de Sergio, que se le anima a la música dodecafónica, prueba efectos con pedales de guitarra en busca de nuevas sonoridades y sabe aprovechar su extensa experiencia en diferentes campos de la música popular y académica. El resultado de esta alquimia puede apreciarse claramente en la zamba Paula, en el aire tanguero de Apuntes de invierno o en el acento flamenco de Carito, por mencionar sólo algunos temas.

En el texto que acompaña al disco, el periodista y escritor Sergio Pujol nos recuerda que Thelonious Monk aconsejaba a sus músicos no tocarlo todo, dejar siempre al público con ganas de más. Conocedor o no de esta premisa, lo cierto es que Sergio Poli y su ensamble la cumplen al pie de la letra en este CD.