Diariofolk

¿Provocación? ¿Sorpresa? ¿Broma? ¿Delirio? Si un grupo como Los Planetas y un cantante como Niño de Elche se juntan (bajo la advocación de Pedro G. Romero), está claro que de este encuentro no puede salir nada malo, ni mediocre. Pero si bautizan al proyecto conjunto con el sospechoso nombre de Fuerza Nueva y llenan el disco de himnos de contradictorio, y hasta contraproducente, sentido político, hay que ponerse las pilas para entenderlo, porque, francamente, para esto no estábamos preparados.

La formación granadina y el vocalista ilicitano han hecho un gran trabajo, sí, pero ¿con qué intención? Para reírse de todos, tal vez, exponiendo una serie de paradojas musicadas montadas sobre una estructura estilística que han denominado “flamenco expansivo”, mezclando el desgraciadamente famoso Novio de la muerte de los legionarios con una adaptación con tintes anarquistas y anti-independentistas -y bastante demagógicos, por cierto- de la catalana  Els segadors, que han denominado Canción para los obreros de Seat, junto a la recuperación del himno andalucista de Blas Infante, Santo Dios, y hasta una Canción de los gitanos, que no deja de ser una versión de la melodía universal Gelem Gelem de esta etnia.

El espíritu de Enrique Morente y Lagartija Nick flota en el armazón de los arreglos de estas composiciones que tanto recuerdan al seminal Omega. Pero Fuerza Nueva va más allá, porque no sólo quiere romper esquemas musicales; también los ideológicos, y hasta los sentimentales. Lo que ocurre es que tal vez se han pasado tanto de la raya que ni sus propios autores son capaces de explicarse. Por suerte, si limpiamos el bosque de tanto himno nos queda la grandeza de un tema popular que siempre, siempre, siempre emociona: Los campanilleros.