Diariofolk

Astor Piazzolla está considerado como el epítome de la renovación del tango. Sin embargo, el mismo Piazzolla llegó a asegurar: “Alguna vez, Eduardo Rovira fue más revolucionario que yo”. ¿Quién era este músico citado por el gran maestro del bandoneón al que sólo conocen los iniciados?

El contrabajista argentino Ariel Eberstein se sintió fascinado por la obra de Eduardo Rovira y decidió rescatar el repertorio de este gran creador argentino injustamente olvidado. Para ello grabó Eduardo Rovira: La otra vanguardia, su primer trabajo discográfico al frente del quinteto al que bautizó con el título de una de las obras más emblemáticas de Rovira: Sónico.

Eduardo Rovira, nacido en 1925 y fallecido tempranamente en 1980, expandió los límites del tango y fue precursor en la utilización de distorsión eléctrica en el sonido del bandoneón. Al igual que Piazzolla, sufrió la incomprensión del gran público del tango en una época en la que ese género empezaba a declinar en la preferencia masiva. Ambos escribieron su música para sus propias agrupaciones, con un nivel de exigencia académica inusual hasta entonces y con plena conciencia de que estaban construyendo una vanguardia. Pero Rovira no es un émulo de Piazzolla. Desarrolló un estilo particular que puede identificarse con sólo escuchar un par de compases. Mientras la ampulosa personalidad de Piazzolla logró llevarlo a un primer plano, Rovira no consiguió proyectarse de igual forma. Sin embargo, en los últimos años ha habido una fuerte corriente de revalorización de su obra, de lo cual es prueba fehaciente el trabajo que estamos comentando, ya que –si bien existen otros colectivos que interpretan la música de Rovira– constituye el primer compacto dedicado íntegramente al compositor desde su muerte.

Creado en Bélgica en el 2016, país donde Ariel Eberstein se graduó en el Koninklijk Conservatorium de Bruselas y reside desde hace varios años, el Quinteto Sónico no sólo ha recuperado partituras perdidas, sino que ha logrado interpretar a Rovira con una perfección instrumental y estilística destacables.

En éste, su debut discográfico grabado en Bruselas, el grupo formado por Eberstein al contrabajo, el violinista norteamericano Stephen Meyer, la pianista belga Anke Steenbeke, el guitarrista Patrick de Schuyler y el bandoneonista franco-chileno Lysander Donoso ejecutan un repertorio que –con excepción de dos tangos clásicos como El motivo y La cumparsita, pero sobre arreglos de Rovira– constituye una excelente antología del pensamiento compositivo de Eduardo Rovira. La música de Sónico suena fresca, vibrante, y permite apreciar la originalidad de un legado del que aún queda mucho por descubrir y decir.

En un reportaje de mayo de 2017, el hijo de Eduardo Rovira, Roberto, hablando sobre la relación de su padre con Astor Piazzolla, descartó toda rivalidad entre ellos y sentenció: “Astor era Maradona y Rovira, Messi. Los dos son grandes, se respetaban y se amaban”. El disco de Sónico aporta más información para el que quiera terciar en la polémica. Pero, sobre todo, un momento musical muy disfrutable.