Diariofolk

La argentina Cecilia Gauna integró el Coro Polifónico Nacional, el grupo Música Ficta y el Coro Estable del Teatro Colón de Buenos Aires como cantante lírica; fue coreuta de artistas como Jairo, Mercedes Sosa, Valeria Lynch y Leo Sujatovich, entre otros; cantó zarzuela, jazz, rock, blues y folclore; estudió y enseña canto y musicalizó poemas de mujeres de Latinoamérica. Toda esta variedad de experiencias parece estar volcada en Delfines, su tercer trabajo discográfico en solitario.

A través de once temas de su autoría con arreglos y dirección musical de Mariano Agustín Fernández y junto a una pequeña orquesta de cuerdas y vientos y un cuarteto de guitarra, bajo, piano y batería, la cantautora continúa en la senda de los ritmos folclóricos latinoamericanos que ya transitara en Non Stop (2006) y Aliento (2010), pero esta vez sumando una marcada impronta jazzística que torna a esta placa en un producto original e interesante, de una refrescante riqueza sonora.

Delfines fue grabado junto a una verdadera selección de músicos entre los que encontramos varios nombres conocidos –como los de Leandro Savelón (batería), Sebastián “Taty” Calá (contrabajo), Victoria Polti (flauta), Francisco Huici (saxo barítono), Martín Rur (saxo tenor), Mario Gusso (batería y percusión), Rafael Delgado (cello) o Dolores Mckenzie. Pero además participan varios importantes artistas invitados: el tucumano Juan Quintero aporta su voz apenas se inicia la escucha, en un tema que remite inmediatamente a Chico Buarque, Ambulantes; María “La Bruja” Salguero hace lo propio en Sangre de mi corazón; Carlos Libedinsky suma su bandoneón en Paraíso; la dulce voz de Luna Monti asoma al final; y en las vibrantes coplas de Rosa del desierto participan Silvia Juan Bennazar y algunas de las compañeras de Cecilia en el proyecto Círculo de Brujas: Paola Gamberale, Dorita Chavez y Claudia Levy.

En un disco que viene a refrescar el panorama de la música de raíz folclórica argentina también merece destacarse el trabajo como letrista que Cecilia Gauna realizó en Ay, la vejez, una canción basada en el bellísimo cuento La balada del álamo Carolina de Haroldo Conti, el escritor secuestrado y desaparecido por la última dictadura argentina.