Diariofolk

Considerado como el último intérprete de romances de los Países Catalanes, el veteranísimo Jaume Arnella (Barcelona, 1943) ha vuelto a la carga con un disco autoeditado grabado junto a un viejo compañero de fatigas, el pianista y acordeonista Ferran Martínez, con el que reinterpreta un repertorio de canciones tradicionales recogidas mayoritariamente en la comarca de la Garrotxa, al norte de la provincia de Girona.

Agrupadas bajo el título de Canciones ásperas y de mala huella, estas composiciones explican historias más bien desagradables, ya que en sus textos abundan los temas violentos, tanto de tipo bélico como sexual, es decir, machista. También hay canciones de amor, y algunas incluso resultan satíricas como Les votacions, y hasta anticlericales, como El Parenostre petit (El Padrenuestro pequeño).  Pero, en conjunto, el repertorio deja un mal sabor de boca que refleja el atávico espíritu conservador y vengativo de la sociedad rural en la que fue concebido y cantado. El mismo cantante afirma que Se n’ha aixecat un bàndol (Se la levantado un bando) es el tema más triste que ha oído nunca.

Algunas de estas piezas ya fueron recogidas hace ya casi un siglo, en 1922, por los “misioneros” de la Obra del Cançoner Popular, y otras les fueron interpretadas por viejos cantadores al propio Arnella y otros acompañantes en dos turnos, en 1976 y en 2005. En todos los casos, su nuevo intérprete las canta aportándoles un cariño y una sabiduría que sólo aportan los años, con esa sencillísima instrumentación y ese deje de ancestral voz mineral que surge de la tierra, casi como si estuviera balando.