Canción sobre Canción
Elefante en la Habitación 2019
“Soy una decisión de Fito Páez”, suele decir la cantante argentina Liliana Herrero. Y más allá de la humorada, no le falta razón: fue el músico rosarino quien, un día de 1987, –cuando ella rozaba los cuarenta años y él tenía 15 menos– la convenció de “dejar de cantar en la cocina y comenzar a grabar”.
Tres décadas más tarde, con varios discos grabados en su haber y un largo camino recorrido, la intérprete nacida en 1948 en Villaguay, Entre Ríos es, sin lugar a dudas, una de las cantantes más personales de la escena musical argentina, avalada por el reconocimiento del público y de sus pares. Y si algo tenía que agradecerle Liliana Herrero a Fito Páez, lo hace con este nuevo trabajo discográfico.
Canción sobre canción–que toma prestado el título de un tema de Páez, pero que no lo incluye– es un recorrido musical por la obra del pianista, cantor y compositor que abarca desde 1984 hasta el 2004. Sus once tracks son, parafraseando a Fito, instantáneas de la calle, fotografías de distintos lugares fotográficamente tan distantes. En su selección, Herrero deja de lado algunas canciones muy transitadas (con algunas excepciones, como Giros) y prefiere rescatar otras menos conocidas (como Déjalas partir) para redescubrirlas a todas. Fiel a su estilo, la intérprete modifica ritmos y acentos, altera estructuras, prolonga silencios, subraya dramatismos, hurga en los pliegues de la letra. Se instala en una lectura cercana a la que practican los músicos de jazz y, como ella misma dice: herreriza las canciones. Es un proceso no exento de riesgos, como el piloto de carreras que pisa el acelerador en una curva y se expone a un derrape. Pero aún con algunos ligeros fuera de pista, el resultado es altamente positivo: las canciones de Páez adquieren a través de ella una vida nueva y revelan una dimensión lírica que no siempre se aprecia en las interpretaciones de su autor.
Buena parte de este mérito corresponde a Pedro Rossi y Ariel Naón, guitarrista y bajista de su grupo, respectivamente, y también productores artísticos junto a Herrero. Pródigos en ideas, pero minimalistas en los arreglos, ambos generan un territorio equidistante del folclórico de ella y del rockero de Páez, y es allí donde la voz y la personalidad de la Herrero consiguen expresarse en plenitud. El resto de la banda se completa con el siempre eficaz Mariano Cantero a la percusión, Martín Pantyrer (vientos) y Mariano Agustoni (piano), a los que suman su aporte Federico Siksnys al bandoneón y las intervenciones vocales del uruguayo Fernando Cabrera y Gustavo Cortés, del colectivo Sig Ragga.
En suma, Liliana Herrero canta sobre lo cantado, pero hace que las viejas canciones parezcan cantadas por primera vez. Parafraseando nuevamente a Fito: quiere vivir aquí, mas quiere cambiar para sentirse viva. Y su canción no es un antídoto liviano.
★★★★★
Una obra impresionante que gana en cada escucha para instalarse, de manera definitiva, en la categoría ‘discos cojonudos’.
Por favor, ponedlo ya en la lista Diariofolfk de mejores registros de la década.
Gracias por tu comentario, Juan, lo tendremos en cuenta!