Bisiestos
Autoproducido 2016
Sin duda, un paso cualitativo el que consigue dar el grupo de música tradicional y folk castellano Hexacorde con este disco, que ya ha sido reconocido internacionalmente al alcanzar primeros puestos en listas europeas online y de radios independientes, corroborado todo ello con apreciables ventas en el mercado continental de la “world music” (etiqueta bastante fea, globalizadora y, sobre todo, desfasada).
Es, sin duda, una alegría ver avanzar a nuestras más veteranas formaciones en pos de una madurez estilística y sonora. El trabajo constante, callado y concienzudo a lo largo de muchos años y muchos esfuerzos -no siempre reconocidos/comprendidos- es lo que tiene: al final, los frutos positivos y en su punto caen por sí solos, como rica, refrescante, agradable y saludable fruta natural.
El estilo y la personalidad de Hexacorde se asienta en dos puntales: la sonoridad de la casi constante presencia de la dulzaina, heredera en el fondo y en la forma de las grandes enseñanzas del inolvidable pionero segoviano Agapito Marazuela; y, por otra parte, la cada vez más decisiva presencia vocal de Vanesa Muela, la otrora niña prodigio del folk central y ahora convertida en toda una referencia indispensable, con su voz clara, precisa, afirmada en la tradición y, al mismo tiempo, bien anclada en el presente. Ya es, sin duda, una de las mejores cantantes (y percusionistas) de la historia moderna del folk peninsular.
Con estos dos anclajes bien fijos en el armazón del disco, y el resto del grupo realizando notables labores de enganche y de hilazón, no es de extrañar que Bisiestos se convierta, así, de buenas a primeras, en una referencia discográfica difícil de batir, en su específico terreno artístico, en el año que recién ha comenzado (como diría un porteño argentino).
Los tres discos anteriores de Hexacorde también fueron publicados en años bisiestos, desde 2004 hasta ahora. No es de extrañar, pues, el título de la obra. “Pudimos haber hablado de lustros, decenios o siglos, tal vez más adecuados para apreciar la longevidad de las músicas tradicionales. Pero bisiestos es más de andar por casa”, asegura no sin cierta ironía y un punto de humor el portavoz del colectivo, de forma anónima, en la presentación del disco.
CANCIÓN A CANCIÓN
Encontramos en el disco, para empezar, A la pájara pinta“, un canto de bodas recogido en Melgar de Arriba (Valladolid), un tema precioso, donde Vanesa se luce en todo su esplendor (que es mucho). Un corte que pone alto el listón para lo que venga después, y una canción que no te cansas de escuchar por su fresca hermosura y su aliento inequívocamente enraizado en la mejor personalidad cultural castellana.
Siguen las “boleras” (una versión arcaica de las jotas, Hexacorde dixit) Si vas al baile, quizás más conocida por sus versos: “Yo me arrimé a un pino verde / por ver si me consolaba / Y el pino como era verde / de verme llorar, lloraba”. Pura poesía (y filosofía) popular. ¿Qué más se puede decir, o pedir, en la música tradicional?
Arriba en el monte es una pieza instrumental, una marcha-polca de nueva creación, compuesta por Héctor López. Incluye sutil y armónicamente una metáfora sobre los crudos inviernos de las montañas castellanas, y la alegría final al sobrepasarlos y acceder a meses más benignos.
Un texto de romance, sobre un ritmo de mazurca, La mala suegra, fue recogido en Vegas de Matute (Segovia), pero es una temática recurrente en el acervo geográfico e histórico de nuestro cancionero popular: narración tétrica contrastada con la dulzura de la música, se dice.
Otra jota, la de los Madrones, sirve, nada más y nada menos, para homenajear y recuperar la memoria de los grandes dulzaineros segovianos en tiempos difíciles, por no decir revueltos, los años 80 del pasado siglo : los Talaos, Facundo Blanco, Silverio, Mariano Contreras y otros discípulos de Agapito. Así, hasta llegar a las generaciones jóvenes representadas por José Luis y Alberto López, del pueblo de Madrona (sí, Segovia, cómo no). Sencilla, directa, alegre y bailable, que “esa es la labor de la jota”.
Las Molineras maragatas comienzan en Olombrada (ya sabéis) y finalizan en un corrido montañés, lejos de su origen. Los hombres y mujeres que practicaban el noble arte de visitar esas instalaciones casi ancestrales, para algo más que moler, son criticados en el texto por su “carácter rijoso o usurero” ¡Ja ja!
Ahora nos encontramos una habanera, y la dulzura marina y caribeña es bienvenida. A Tía Chica no es el nombre de un restaurante cubano, sino uno situado en el más cercano (y no por menos entrañable) barrio lisboeta de Alfama. Allí cenaron Ángel Martínez “Jarris” e Iván Merlo, que compusieron para el disco este bonito tema instrumental. Nostalgia con un pellizco de sal.
La jota tradicional Niña del lindo meneo, “muy antigua, y de desamor”, viene de Casares de Arbás (León), mientras que la Mudanza de los Talaos remite otra vez al legendario grupo de dulzaineros serranos, esta vez a través de una composición de nuevo cuño, gentileza de Félix Sánchez, integrante de una larga saga familiar de intérpretes, fallecido en 2015.
Los tres cortes finales del disco son: el canto de bodas tradicional sefardí Las casas hermosas , recopilada por Susana Weich Shahak en Sofía, Bulgaria, cantado en judeo-español. ¿La primera vez que se acompaña esta canción de una dulzaina castellana?, se pregunta alguien con curiosidad.
Entradilla de San Fermín se debe a la pluma del “hexacordero” Álvaro Aguilar, entre la solemnidad y la energía interpretativa. Finalmente, un “bonus track” (en esto también somos modernos), la tonada La casa de los locos, versión del mismo título incluido en el anterior álbum, Agarraos. Y extraída de la magna obra Cancionero General de Castilla de Agapìto Marazuela. Luis Lozano, a los teclados, apunta hacia una formulación más actual, al tiempo que realza la belleza de la melodía.
Bisiestos: una irreprochable tarea de investigación, divulgación y recuperación de la tradición sonora segoviana, con algunos pequeños apuntes secundarios (leoneses). Al lado del empuje y la valentía promotora de Angel Goyanes (guitarra acústica, cistros, mandolina) e impulsor histórico de publicaciones como la desaparecida y ahora añorada Interfolk, es de destacar la dirección colegiada y compartida solidariamente por todos los miembros del colectivo: Rafael Alonso (dulzaina, flauta travesera, pito, percusiones), Álvaro Aguilar (percusiones, dulzaina), Fernando Llorente (clarinete, dulzaina), Héctor López (batería, percusión), Guillermo Soloaga (bajo eléctrico, voz), y los ya arriba citados Ángel y Vanesa. Luis Lozano (teclados) aparece como invitado especial en un par de cortes.
Por poner alguna pega, quizás algunos temas merecían unos arreglos un pelín más elaborados o sofisticados, mientras que la inclusión de la inevitable (al parecer) batería no añade nada sustancial a buena parte del proyecto. Vanesa Muela se basta y se sobra para inducir “marcha” y ritmo a todo. el tinglado. Y, sobre todo, sustancia y arte vocal.
Hexacorde, con todo, sale reforzado y con la cabeza bien alta de este entrañable y meritorio trabajo.
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